"Cuando de dos hagáis uno, encontraréis el reino de los cielos"

 

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.

Hoy vamos a emitir en el programa Barakalofik parte de la conferencia del ciclo “La Muerte como Maestra de Vida” de Juan Anuncibay que sustituyó a Celso Navarro, que no pudo venir. A esta charla Juan le dio el título de “Meditación, Muerte y Espiritualidad”
Juan descubrió en sus consultas que las personas necesitaban espiritualidad, y de ahí surgió la iniciativa de dar vida a estas  Semanas de la Espiritualidad. Pero tenía que seguir una línea madura, no basada en creencias sino en vivencias. Para ello lo más importante es conocerse, y en referencia al título de este año, no es necesario saber si hay ó no vida tras la muerte ni tener determinadas creencias religiosas; y es que si uno se conoce puede vivir en paz, y puede tener la muerte en paz. Para ambos fines es apropiado meditar.
            Meditar es recorrer el camino  desde las creencias a las vivencias, y aprender a morir; para esta meditación no hace falta técnicas sino pasión por la verdad. Todos nacemos con  una pasión por la verdad, y de ahí las muchas preguntas infantiles sobre la vida y la persona; pero las respuestas nos la dan otros, y con esas respuestas nos hacemos una filosofía que nos dirige, y que nos impide ver por nosotros mismos quienes somos y que es la vida. Así que estamos divididos.
            Citó la frase de Jesús: “Cuando de dos hagáis uno, encontrareis el reino de los cielos”. Pero estamos divididos de nosotros mismos, porque luchamos entre ser y deber ser, entre seguir en el estado en que soy ó en cambiarlo, pero cuando no lucho entro en el reino de los cielos, tengo una experiencia de Dios, ó de la existencia. Tenemos que salir de la espiritualidad infantil que nunca ha servido para transformar a los seres humanos. Los místicos no tuvieron ese tipo de espiritualidad porque tuvieron vivencias intensas, por eso son el núcleo de las religiones.
            ¿Qué tiene que ver la meditación y la muerte?, lo esencial es aprender a morir antes de morir; morir a las creencias, deseos y a tener nuestro control. Si soltamos ese autocontrol dejaremos que otra cosa controle nuestra vida. En el “Padre Nuestro” la única oración que nos dejó Jesús se dice “Hágase tu voluntad”, pero nosotros queremos hacer siempre la nuestra; así creemos que logramos la paz y la felicidad pero realmente nos alejamos de ellas.
            Meditar es morir al control que queremos imponer, y para esto no hacen falta técnicas. Sin embargo la mayoría hace una meditación neurótica, consistente en controlar el pensamiento, la respiración , las emociones, dejar la mente en blanco, etc.
Lo mejor es dejarse ser, y empezar a descubrir un fluir, un dejarse llevar, una sensación a la que podemos llamar Dios ó lo que queramos.
            Pero el control neurótico tiene sistemas de alarma, que son los miedos que nos surgirán si perdemos ese control, pero si no superamos esos miedos a perder el control es imposible vivir y morir en paz.
Hemos creado una economía basada en el miedo y la desconfianza mutua. El origen de la crisis es el miedo que dirige la vida del ser humano.
           
            Para pasar de cómo somos a cómo queremos ser hay “barqueros” que prometen llevarnos a la felicidad pero en realidad nos intoxican y nos mantienen divididos entre lo que hacemos y nos dicen que tenemos que hacer. Nos suelen hacer creer que somos totalmente individuales, por lo cual nos ocultan la unidad que es la existencia. La creencia de que existimos de una manera individual es una alucinación que se paga cara.
            Confundimos la paz, que es lo que estamos sintiendo ahora e instante tras instante, con estados emocionales. Pero no son éstos porque las emociones van y vienen, cambian de color, y de intensidad. El infierno es intentar ser diferente a como soy ahora. Cuando me permito ser como soy consigo la paz, desaparece el control y surge otro espontáneo que empieza a dirigirme y a transformarme; me enchufo a algo más profundo que me dirige y que es profundamente inteligente.
            Luchar por transformarse es violencia. Por eso el mensaje más importante es sé tal como eres; no te transformes tú, y deja que otra cosa más inteligente te transforme. No hay que hacer para ello absolutamente nada, y así estamos en línea con la frase de Jesús “hágase tu voluntad y no la mía”

            Morir al intento a forzarme a ser de una manera particular. Donde hay división no se puede experimentar la felicidad sin causa.