El consejero de Cohesión Territorial, Óscar Chivite, ha presentado hoy a los alcaldes, alcaldesas y corporaciones de los municipios ribereños la solución integral para el puente de Marcilla, una infraestructura clave sobre el río Aragón cuya mejora ha sido reclamada durante años por la población de la zona.
Un nuevo carril para el tráfico en sentido sur
La alternativa elegida por el Gobierno de Navarra prevé la ejecución de un nuevo carril de circulación destinado al tráfico en sentido sur.
El puente actual se mantendrá para el tránsito en sentido norte, además de habilitarse para peatones y ciclistas. Esta configuración permitirá descongestionar la vía y reforzar la seguridad en los desplazamientos diarios entre ambas márgenes del río.
Chivite subrayó “el importante valor estratégico de esta infraestructura, que requiere mejoras después de años de reiteradas demandas por parte de las poblaciones afectadas”.
El consejero confirmó que la licitación de la redacción del proyecto definitivo se realizará próximamente, una vez completado el estudio hidráulico del río Aragón, que tiene en cuenta los condicionantes de las zonas inundables.
Impacto social y territorial
El titular de Cohesión Territorial explicó que la actuación “mejorará el tránsito de las 23.000 personas que viven en el entorno y repercutirá de forma favorable en la actividad social, empresarial y educativa de los municipios cercanos”.
Además, destacó que el proyecto responde a los criterios de sostenibilidad, seguridad y respeto patrimonial, pilares que guían las intervenciones de su departamento.
Con esta intervención, el Gobierno de Navarra busca fortalecer la cohesión territorial y facilitar las comunicaciones de la Ribera con el resto de la Comunidad Foral, impulsando el desarrollo económico y social de la zona.
El nuevo carril sur aliviará el tráfico, potenciará la movilidad sostenible y preservará el valor patrimonial del histórico puente de Marcilla.
Un puente con historia
El puente de Marcilla, construido a principios del siglo XX, fue concebido originalmente para el tráfico ferroviario. Con una longitud de 485 metros, se trata de una estructura de gran valor patrimonial y uno de los símbolos de la ingeniería civil navarra.
El incremento del tráfico ferroviario y el uso de locomotoras más pesadas llevaron a construir un nuevo puente paralelo entre 1940 y 1943. El antiguo quedó fuera de uso en 1946, momento en el que se transformó en un puente mixto con losa superior de hormigón para permitir el paso de vehículos. Su inauguración tuvo lugar en 1950, y desde entonces ha sido un eje esencial para las comunicaciones del entorno.
La futura actuación del Gobierno de Navarra permitirá preservar su valor histórico a la vez que se adapta la estructura a las necesidades de movilidad del siglo XXI.
