La iglesia abacial del monasterio de Santa María de La Oliva ha finalizado las obras de restauración de su interior, tras una inversión de 2,5 millones de euros. Los trabajos, que han durado 20 meses, han permitido recuperar las cualidades arquitectónicas originales del templo y poner en valor su rico patrimonio histórico y cultural.
La consejera de Cultura, Deporte y Turismo del Gobierno de Navarra, Rebeca Esnaola, ha visitado recientemente las obras y ha destacado la importancia de esta intervención para la conservación del patrimonio cultural de Navarra. "Esta inversión ha permitido recuperar un tesoro de incalculable valor para nuestra comunidad", ha señalado Esnaola.
Recuperando la historia
Las obras de restauración han incluido la renovación de los suelos y pavimentos, la limpieza y consolidación de pinturas murales medievales y renacentistas, la restauración de vidrieras y alabastros, y la actualización de las instalaciones de calefacción, electricidad e iluminación.
Un espacio para el culto y la cultura
La iglesia abacial del monasterio de La Oliva es uno de los edificios más importantes del patrimonio cisterciense de Navarra. El monasterio fue fundado en el siglo XII y ha estado habitado por monjes cistercienses desde 1927.
La iglesia está abierta al público para visitas guiadas gratuitas, que se ofrecen todos los sábados de 10:30 a 12:00 horas desde el 4 de mayo hasta el 22 de junio. Las reservas se pueden realizar a través de la web.
Orden cisterciense
La Orden Cisterciense se estableció en Navarra en el siglo XII, siendo representada por varios monasterios notables como La Oliva, Fitero, Iranzu y Tulebras. La arquitectura cisterciense se caracteriza por su austeridad ornamental, conforme a los principios de San Bernardo. Los monasterios cistercienses tienen una disposición organizada alrededor de un claustro, con diferentes áreas como la iglesia abacial, la sala capitular, el refectorio, la cocina y el dormitorio de los monjes.
El monasterio de Sana María de La Oliva, habitado por monjes cistercienses trapenses desde 1927, tiene un uso primordialmente religioso, pero también es importante cultural y turísticamente. Fue declarado Monumento Nacional Histórico-Artístico en 1880 y cuenta con la categoría de Bien de Interés Cultural según la legislación navarra actual.
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