Ecologistas en Acción de Navarra entregó este fin de semana el Premio de Medio Ambiente 2024 y el Premio Chandrío 2024. El primero fue a parar a manos del profesor de investigación del CSIC y miembro de Rebelión Científica, Fernando Valladares, por su "gran labor divulgativa" y "compromiso", mientras que el segundo recayó en el Ayuntamiento de Tudela por su "inacción" en materia ambiental.
El viernes, en el salón de actos de la UNED de Tudela, Fernando Valladares ofreció una charla en la que analizó con rigor científico la crisis ecosocial actual.
Valladares criticó el uso excesivo de recursos fósiles y destacó que "el cambio climático es la manifestación más intensa del choque entre nuestra civilización y los sistemas ecológicos de la Tierra".
Su conferencia subrayó la alarmante pérdida de biodiversidad y las consecuencias graves, como las enfermedades zoonóticas, ejemplificadas por la COVID-19.
Valladares abogó por un cambio de modelo energético y enfatizó que una transición eficiente requerirá una disminución en el consumo. Animó a los asistentes a ver esta crisis como una oportunidad para la recivilización.
El Premio de Medio Ambiente 2024 fue entregado a Valladares durante una cena de gala en un conocido restaurante tudelano. Como es tradición, el premio consistió en una exquisita representación en madera de olivo del icónico Castildetierra.
El sábado, Valladares presentó su último libro, 'Recivilización', en una popular librería de la capital ribera, consolidando aún más su influencia y compromiso con la divulgación ambiental.
En contraste, el Premio Chandrío 2024, que distingue la peor acción o conducta contra el medio ambiente, fue otorgado al Ayuntamiento de Tudela. Los asistentes a la cena de gala votaron para destacar la falta de medidas significativas del Ayuntamiento en la lucha contra el cambio climático.
El Ayuntamiento ha sido criticado por su "inacción" en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y en la adaptación de la ciudad a las consecuencias del cambio climático, como el aumento de olas de calor.
La falta de creación de zonas verdes adaptadas, la tala abusiva de árboles, y el uso excesivo de hormigón son algunas de las principales quejas.
Además, no se han habilitado refugios climáticos como bibliotecas o centros cívicos para enfrentar episodios de temperaturas extremas, ni se han utilizado las piscinas de Tudela como refugios accesibles económicamente. La reciente eliminación de una instalación para refrescarse es vista como una gestión deficiente en este ámbito.
