Llega el día que nadie quería vivir, pero que todos sabían que podía llegar. Este domingo, a partir de las 12:00 horas, el Tudelano afronta la última jornada de Liga en el Ciudad de Tudela en un partido que marcará su futuro inmediato. Los blanquillos reciben al Anguiano en una auténtica final por la permanencia en Segunda RFEF. No hay red. No hay más margen. Solo vale ganar. Y todo lo que no sea sumar los tres puntos obligará a mirar al resto de campos con la calculadora en la mano y el corazón en un puño.
A estas alturas, ya no importan las estadísticas ni el pasado. Pero conviene tenerlas presentes. El Tudelano llega con unos números preocupantes en casa: solo tres victorias en 16 partidos como local. Un dato frío, duro, que contrasta con la calidez y la fe de una afición que volverá a poblar las gradas en la cita más importante del curso.
Y precisamente por eso, el club ha querido que el día sea especial, una fiesta que sirva de impulso para un equipo necesitado de ánimo, energía y ese empujón que muchas veces da el aliento de la grada. Desde las 11:00 horas, el entorno del estadio se convertirá en un espacio festivo: DJ’s, pintacaras, juegos infantiles, muñecos, photocall con 'Tudelin', regalos, paella gratuita para todos los asistentes y una charanga que pondrá la banda sonora de una mañana que promete ser inolvidable.
No será fácil. El rival, el Anguiano, llega con las mismas urgencias y la misma necesidad. También pelea por la permanencia, también necesita ganar y también ha demostrado que no se arruga en plazas complicadas. Lo hizo en Logroño ante la SD Logroñés y lo hizo en Utebo frente al conjunto aragonés. Vienen a por los puntos, y los blanquillos lo saben. Pero este Tudelano, que ha sufrido, ha caído y se ha levantado tantas veces, sabe que el fútbol da segundas oportunidades. Y que no hay mejor lugar para aferrarse a la permaencia que en casa.
Óscar Vales y su equipo lo tienen claro: hay que salir a por todas, desde el minuto uno, sin especular, sin titubeos. Y si el equipo logra contagiar esa actitud a la grada y viceversa, si ciudad y equipo empujan juntos, puede ocurrir lo que tanto se desea: quedarse en Segunda RFEF y poder construir con más calma el futuro.