SALUDO DEL ALCALDE ENEKO LARARTE
Un año más, las fiestas de Tudela están aquí, puntuales como cada julio y prestas a romper con la monotonía de lo cotidiano. La fiesta siempre ha sido sagrada porque conecta con lo diferente, con lo que habitualmente no se hace, con lo rupturista, y por eso tiene también un aspecto purificador y ocupa un espacio tan importante en la vida de todos nosotros.
Esperar a las fiestas es soñar con ese paréntesis que abre un nuevo ciclo en el devenir de la vida, un paréntesis del que todas las personas esperamos salir mejoradas para abordar en condiciones idóneas los muchos retos que se nos plantean. Estas fiestas deben ser las de la diversión y la superación de pequeñas rivalidades, pero también las de la pluralidad, tan propia de los navarros y navarras -y de los de la Ribera en particular-, y por qué no, las del deseo de ir avanzando hacia una comunidad más cohesionada y sostenible, en la que se atemperen las grandes diferencias que hay actualmente entre el centro y la periferia, y en la que Tudela y su entorno más próximo logren la justa meta de una mejora en su estatus general dentro de Navarra y un reconocimiento de facto de nuestro peso específico, nuestra realidad y nuestras aportaciones al viaje en común que emprendemos cada mañana.
Un año más, pues, han llegado las fiestas con toda su carga simbólica: es el momento de salir a la calle, de compartir, de retomar convivencias, de disfrutar, de desviarse un tanto del camino rectilíneo que nos marca el día a día, todo ello para mejorar, para recuperar lo perdido y para plantearse lo que está por venir. Que es mucho, emocionante, y sin duda lo vamos a alcanzar, porque la ilusión colectiva es una fuerza difícil de frenar. Y en Tudela y sus gentes esa ilusión colectiva es un hecho innegable.
Las fiestas de Tudela están hoy a la altura de lo que es la propia ciudad, una realidad en constante movimiento, con ganas de asumir retos colectivos y superarlos, todo ello desde el sano orgullo local, desde el autorreconocimiento. Y así sigue siendo: esta cita de julio, que desde antiguo ha tenido una personalidad propia muy acusada, con características más que reconocibles, sigue avanzando por esta senda, cultivándose como un espacio de encuentro y alegría importante para propios y extraños. En la medida en que esto continúe cumpliéndose, crecerán año tras año y satisfarán nuestras más profundas esperanzas. Si los tudelanos y tudelanas nos sentimos orgullosos de nuestras fiestas, como lo estamos de nuestra ciudad y de sus condiciones, a pesar de que nunca debemos renunciar al ambicioso objetivo de superarlas, estaremos poniendo los sólidos cimientos para un futuro luminoso, para encontrar nuevas coordenadas de libertad y de celebración compartida, ésas que cada vez, y esto es evidente, atraen hasta nuestra ciudad a un mayor número de visitantes.
No quisiera despedirme sin agradecer, una a una, uno a uno, a todos los habitantes de la ciudad su esfuerzo por que nuestras fiestas sigan creciendo. Todas las aportaciones personales, que suelen ser tan simples como la alegría, el respeto, la ayuda mutua y la sana algarabía, suman en este proyecto. Todas son necesarias, todas bienvenidas. Pero si me lo permitís, y dentro de una sociedad como la actual, que debe luchar con ahínco por la igualdad de derechos, por la no discriminación y por la justicia, vaya mi más sincero reconocimiento hacia la mujer en particular, con el íntimo deseo de que de una vez por todas desaparezcan las muchas y lacerantes barreras que tanto sufren. Ellas son y han sido siempre un importante motor y el corazón de nuestra sociedad, también de esta época festiva, y de ahí este reconocimiento expreso que deseo poner en papel, negro sobre blanco.
Por lo demás, quiero recordar que disfrutando se hace disfrutar al prójimo, así que os animo a pasarlo bien. Nos vemos en los gigantes, en la Revoltosa, en el encierro, cuando los fuegos artificiales o en cualquiera de los muchos establecimientos hosteleros que animan nuestras calles y plazas. En cualquier lugar recóndito de la fiesta, donde todas y todos sin exclusión nos encontremos con una sola mirada, porque en muchas ocasiones no hacen falta palabras, sabremos que todo va bien y que estamos implicados en que vaya todavía mejor.
¡ Viva Tudela! . ¡Viva Santa Ana!
