HISTORIA Y MISTERIO

Fitero y Las Leyendas de Bécquer

La curiosidad le ha llevado a Javier Cabrejas a indagar en los misterios que encierra la localidad de Fitero y las leyendas de Bécquer.

Monasterio de Fitero
photo_camera Monasterio de Fitero

FITERO Y LAS LEYENDAS DE BÉCQUER

Aunque fue la intuición y los escritos del poeta, quien hizo desviar mis pasos hacia aquella tierra siempre fronteriza, a las faldas del monte de “La Atalaya” y que es bañada por las aguas cristalinas del rio Alhama.

Fue la magia y la sublime belleza del atardecer sentado a la sombra de “Las Roscas” las que me hicieron soñar mientras mi imaginación creaba con los valles y las montañas del horizonte, cada escena de misterio y leyenda, que componen la historia de esta villa, de su abadía, y de su derruido castillo.

Roscas de FiteroFitero, ya nos sorprende desde su pasado histórico. Quizá no conocido por muchos, es que a las afueras de esta localidad en el  Yacimiento Arqueológico de Peñahitero se descubrió en el año 2005 una fortaleza celta con parte de su muralla. E incrustada en la misma, una tumba del siglo VI a.C. de un rey celta, o para ser más exactos, la cabeza de este rey con su casco de hierro. Un hallazgo nada usual, nos habla de un antiguo ritual de protección y de la consideración de lugar mágico por ya por otras culturas…

Siglos más tarde, en época romana existió el poblado cuyo nombre era Tudején y que se situaba en las faldas del monte del Castillo. Y como no podía ser de otra manera este monte acabo teniendo un castillo que sirvió de puesto fronterizo en época de ocupación Árabe, y que fue el lugar en el que se firmo el Tratado de Tudilén el 27 de enero de 1151, en el cual Alfonso VII  Rey de León y Castilla y Ramón Berenguer Conde de Barcelona y Príncipe de Aragón convenían declarar la guerra al Reino de Navarra.
Y es en este castillo, donde de manos de Gustavo Adolfo Bécquer, empezaremos a conocer una de las más conocidas leyendas de este lugar…aunque no la única. 

Frente al establecimiento de Baños de Fitero, y sobre unas rocas cortadas a pico, a cuyos pies corre el rio Alhama, se ven todavía los Cueva en Fiterorestos abandonados de un castillo árabe, celebre en los fastos gloriosos de la Reconquista, por haber sido teatro de grandes y memorables hazañas, así por parte de los que le defendieron, como los que valerosamente clavaron sobre sus almenas el estandarte de la cruz. De los muros no quedan más que algunos ruinosos vestigios; por todas partes adonde se vuelven los ojos no se ven más que arcos rotos, sillares oscuros y carcomidos y un lienzo de barbacana entre cuyas hendiduras crece la hiedra.

Bécquer tenía ilusión de encontrar algún tesoro en algún pasadizo o subterráneo secreto de estas ruinas, más no teniendo existo su búsqueda, un día decidió pasear por vega del rio cercano, encontrando una cueva medio tapada por la frondosa naturaleza, cuyas entrañas se sumían en la oscuridad. Aun así pudo ver unos escalones en la misma que rápidamente le hicieron asociar, que la cueva y el castillo estarían unidos por un pasadizo secreto utilizado huir del castillo.