Exposición "El tiempo ausente" de Jose Mª Iturralde. 15 de Marzo

La Fundación María Forcada organiza la exposición "El Tiempo Ausente" el próximo 15 de Marzo.

Esta exposición muestra dos aspectos en la obra reciente de José María Yturralde que inciden en su reflexiva indagación pictórica en torno al espacio, al tiempo, la infinitud y lo sublime donde el vacío, raíz energética de todo inicio, es aquí el origen de una lejana, difusa estructura espacial, un horizonte de sucesos como umbral de nuevos, desconocidos universos.

Desde la noción desvelada por Burke en torno a lo sublime a mediados del XVIII o los intentos de Kant para definir tal concepto “Sublime es el nombre que damos a lo absolutamente grande”. (Lo absolutamente inmenso se desprende que es el infinito) a Jean François Lyotard, que se refiere a lo sublime como lo opuesto a lo que se puede consumir o desgastar, aquello que “no podemos digerir”. Hay aquí un intento de expresar estos principios, una intención de generar una pintura profunda, luminosa y compacta, cercana sin embargo a la contención de lo minimal, al escueto Haikú, interrogando a la materia pulsante, a las sonoridades de la luz y el color, para insinuar las zonas más recónditas del espíritu.

Shopenhauer, antes, en su tercer libro “Die Welt as Wille und Vorstellung” nos devuelve a la naturaleza, nos habla de otras formas de entender lo sublime, “Imaginémonos en una solitaria región frente a un ilimitado horizonte, bajo el cielo totalmente vacío de nubes, con árboles y plantas sin un soplo de viento, sin animales ni hombres”… finalmente no hay diferencia en aquel sentimiento que puede ser producido tanto por un paisaje real como por una pintura. En esa región en la que también se alude del algún modo al conocimiento sensible o sentiente, que aquí se traduce en pintura, es donde podíamos ubicar la serie “Postludios”.

El segundo aspecto, más reciente, es consecuencia de la obra aludida y que relacionamos con un ancestral proverbio Tuareg “La morada del hombre es el horizonte”… cita obligada como pulsión que en cierto modo originó la otra serie que podemos contemplar en esta exposición, que es de alguna manera como un breve “paisaje”, un vacío que se revela al ser atravesado por una línea o forma de energía cercana y que activa otras direcciones, otros ámbitos o lugares de contemplación que pueden llevarnos a una experiencia cercana a lo sagrado, como en un jardín zen.

Hay también una cierta referencia a la visión metafísica de algunas pinturas románticas, el “Monje junto al mar” de Friedrich, o el “Gordale Scar” de James Ward. Asimismo podemos invocar a la intensidad de la poesía mística española, San Juan de

la Cruz, Santa Teresa… o la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz. El poderoso silencio de algunos bodegones de Zurbarán o de Sanchez Cotán. Más cerca en el tiempo, alude a obras de Barnett Newmann, Kenneth Noland, por supuesto Rothko, quizás las “Sea pieces” de Hiroshi Sugimoto entre otros muchos referentes por no hablar por ejemplo de la música (Cage, Morton Feldman, Ligetti).

“Horizons” propone una querencia de infinitud, de ilimitada apertura hacia vastos e insondables espacios, a una experiencia pictórica que intenta trascender su propia orgánica materialidad para acceder a ese posible umbral de lo absoluto. A través de la luz y el color, del positivo-negativo activo y vibrante de la materia, de la energía pulsante entendida como agua que fluye, cuya corriente y vórtices en su largo periplo hacia el mar, que es otro comenzar, nos diluye en las espirales de sus ondas, acaso como extensión geométrica y mental de nuestra conciencia, de nuestras emociones.